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Resumen

En la actualidad, el discurso de la innovación tiene una presencia extremadamente relevante en el ámbito de la acuicultura de peces marinos (P.M.). De hecho, se considera que es debido al desarrollo de la innovación tecno científica que esta actividad ha podido pasar de ser un sistema mayoritariamente tradicional, de tipo cosecha (practicado desde hace ya 5000 años), a ser, a partir de mediados del siglo XX, uno de producción (Hicks, B. 2009).
Los cambios que ha provocado la innovación en la evolución de la acuicultura son alabados por multitud de informes a nivel internacional (FAO 2006; 2008; 2010; 2012; UICN 2007 ). Como señala la FAO (Food and Agriculture Organization of the United Nations), "las innovaciones son esenciales para el crecimiento continuado de la acuicultura" (FAO 2012: 179). Una afirmación que adquiere todavía mayor importancia, si se toman en cuenta las previsiones que realiza este mismo organismo en materia de alimentación. Según nos dice, para el año 2030 más del 65% de los alimentos acuáticos consumidos procederán de esta actividad. El potencial de la acuicultura para producir comida es una de las soluciones más esperanzadoras, ante la escasez que augura un mundo en el que la población crece exponencialmente (FAO 2012).

A nivel europeo y concretamente en Estados como el español, también es muy valorado el vínculo de la innovación con la acuicultura, ya no sólo por su implicación en los fines de la alimentación, sino en los del desarrollo económico en general (E.U.  2014; Innovamar 2011). Como se puede ver escrito en la página Web del Ministerio de Agricultura Alimentación y Medioambiente (MAGRAMA),"la acuicultura es una actividad estrechamente ligada a la innovación desde sus orígenes, habiendo evolucionado hasta convertirse hoy en día en uno de los sectores productores con mayores expectativas de crecimiento y desarrollo".

A escala regional, el discurso de la innovación en acuicultura se materializa de forma muy destacada en nuestra zona de estudio. La Comunidad Valenciana es, según muestran los últimos datos registrados por el Ministerio (año 2012), la región con mayor producción acuícola marina de peces de todo el Estado. En ella, además, la relación entre actores de la administración, la universidad y la empresa ha dado lugar a asociaciones que bajo el signo de la innovación tratan de llevar a cabo esta actividad. Sirva como ejemplo, la Red de Innovación en Industrias Acuícolas de la Comunidad Valenciana (RIIA).

Pero frente al fenómeno expansivo de la acuicultura y de sus innovaciones se han elevado algunas voces críticas, que nos invitan a abrir el debate sobre las consecuencias socio ambientales que provocan. Como señalan diversos autores (Ruse, M. y Castle, D. 2002; Culver, K. y Castle, D. 2009), el desarrollo de la innovación en la actividad no sólo pone en juego vicisitudes de corte científico o tecnológico, sino otras cuestiones que precisan de un proceso amplio de reflexión y de toma de decisiones públicas. Cuestiones relacionadas, por ejemplo, con las formas que tenemos de abastecernos de alimento, que nos retrotraen a una discusión ya antigua sobre los perjuicios humanos y ecológicos de la producción intensiva. Pues si bien en el ámbito terrestre hace tiempo que comenzó a desarrollarse la industrialización agrícola con la denominada `revolución verde¿, ahora se llama a hacer lo mismo en el mar con la acuicultura (Wolowicz, K. 2005). Se trata de llevar a cabo una "revolución azul", el "último proceso de domesticación marina, la transición de la caza a la granja" (Natale, F. et al. 2012: 1).

Los discursos públicos, que en los últimos tiempos vienen promoviendo este tránsito, han sido tildados de arbitrarios, todo y a pesar de la objetividad que muchas veces profesan quienes los esgrimen. Ya sean los discursos de los científicos que investigan en la actividad, las empresas que la llevan a cabo o, incluso a veces, los medioambientalistas que reivindican una práctica más sostenible, suelen asumir representaciones economicistas (Ryan, T. 2009; Rivera, M. 2007). Se basan en el imaginario de la `productividad, la eficiencia y la tecnología¿ (Schreiber, D., Matthews, R. y Elliott, B. 2003). En este sentido, el modelo de alimentación industrial que proponen parte de los mismos supuestos, y por ende tiene visos de provocar los mismos problemas, que impidieron a su antecesora la revolución verde conseguir el loable objetivo de solucionar el hambre de la humanidad. De hecho, una prueba que indicaría que no incurre en los mismos errores sería la presencia, allí donde se pone en práctica, de un respeto explícito hacia las formas de vida colectiva que contribuyen a la soberanía alimentaria (McGinn, A. P. 1998). Sin embargo, no parecen haber evidencias de que esto esté ocurriendo. Más bien existen indicios que invitan a pensar en todo lo contrario. El desarrollo de la acuicultura marina de peces genera muchas veces controversias y animadversiones en comunidades locales que, como los pescadores artesanales, trabajan próximos a las instalaciones de producción. Algunos autores (Wiber, M. G., Young, S., y Wilson, L. 2012) han hecho hincapié en cómo esta relación se plasma a nivel mundial en el desarrollo de ambas actividades en direcciones opuestas: mientras la acuicultura y la pesca a gran escala se expande, la pesca tradicional y de pequeña escala decrece, mostrando así una dinámica interdependiente. Tal proceso podría ser crucial para una comunidad como la valenciana, donde las embarcaciones pesqueras de pequeña escala representan más del 50 % de la flota total, y en donde la relación conflictiva del sector con la acuicultura se ha vuelto patente, a través de diversos medios de comunicación y de los testimonios recogidos en nuestro estudio.

No en vano, es curioso comprobar como esta tendencia choca frontalmente con las recomendaciones que muchas políticas y organismos hacen en materia de gobernanza y gestión costera. Con el propósito de conseguir un entorno más sostenible social y ambiental instan a desarrollar un enfoque participativo integral y sistémico, donde se reconozca a los actores locales y sus conocimientos (FAO 2011, UICN 2009). En el Código de Conducta de Pesca Responsable (FAO 1995) y de sostenibilidad (FAO 2010) se califica como importantísimas las contribuciones de las pesquerías a pequeña escala, al empleo, a la generación de ingresos y a la obtención de alimento.

El reconocimiento se extiende también por la literatura científica. El énfasis que hacen numerosos estudios en la crisis ambiental, la complejidad y la incertidumbre que rodea a los ecosistemas marinos, ha puesto en valor el potencial que tiene el conocimiento tradicional de la pesca para contribuir al equilibrio ecológico litoral. Si bien a la pesca, en general, se le achaca la responsabilidad de haber sobre explotado el mar, en los patrones de pesca más localizada se empieza a ver una forma de vida resilente, capaz de adaptarse a los cambios ambientales que afectan al ámbito marino en todo el mundo (Allut, G. 2004; Marchske, M. y Berkes, F. 2006). Por ello, y como reivindica una gran cantidad de autores, es cada vez más necesario articular formas mixtas (científico-tradicional) para la gestión sostenible y equitativa tanto de la pesca (Mackinson, S. 2001; Bergmann, M., Hinz, H., y Blyth, R. E. et al. 2005; German, L. 2010) como de la acuicultura (Calder, S.C. 1997; Felt, L. 2009; Cataudella, S., Massa, F. y Crosetti, D. 2005).
 

Doctorando Rodrigo Martínez Novo
Directores Paloma Herrera Racionero (Director); Jordi Molas Gallart (Co-director); José Manuel Rodríguez Victoriano (Co-director)
Universidad Universitat de València
Fecha de defensa